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Pregón de la Semana Santa de Almería 2011

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Señor Presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de la ciudad de Almería, D. José Antonio Sánchez Santander. Te saludo protocolariamente porque así lo requiere la ocasión. No obstante, amigo desde nuestra más tierna infancia, sabes que mi corazón te saluda con un ¡hola hermano!

Excelentísimo Señor D. Luis Rogelio Rodríguez-Comendador Pérez, Alcalde de Almería; también se me hace dificultoso, después de los muchos años en los que hemos estado trabajando, codo con codo, por el engrandecimiento de nuestra Semana Santa y, por simpatía, por el de nuestra ciudad, saludarte sin un simple, pero afectuoso, ¡querido amigo!

Ilustrísimo Señor Vicario Episcopal y Consiliario de nuestra Agrupación, Hermanos y Hermanas Mayores y miembros de la Junta de Gobierno de la entidad agrupacional. Por supuesto, no puedo más que saludaros desde el cariño que os tengo, tras los años en los que habéis colaborado conmigo, haciendo, en muchos momentos hasta dulce, el trabajo de presidir nuestra santa y entrañable Agrupación. Además, os tengo que saludar con el más profundo agradecimiento, por la confianza que habéis depositado en mí. Sólo espero no decepcionaros.

Dignísimas autoridades religiosas, civiles, militares, pregoneros y presidentes anteriores.

Y, ¿qué decir de todos vosotros?… amigos todos. Mi familia, mis amigos de toda la vida, a vosotros con los que he compartido tanto, a todos los hermanos cofrades de nuestras Hermandades y Cofradías almerienses…. ¿qué deciros a vosotros?

Pues sí, sí sé qué deciros… vosotros SOYS MI PREGÓN. Muchas gracias por vuestra asistencia.

DEDICATORIA

Sólo Tú sabes cuánto te he rezado. Sólo Tú sabes cuántas gracias te he dado. Contigo yo comparto, mis penas y alegrías; pues sin Tu eterno amor, el pregonero nada sería.

Permíteme Señora, Patrona de Almería, que dedique esta humilde reflexión pública a Tu persona, ya que este pregón, que ahora te dedico y para el cual también en Ti me encomiendo, no serán más que recuerdos de las anécdotas, el trabajo, los amigos conocidos (los que están aún conmigo y los que moran junto a Ti), las fotografías que realicé y en mi corazón guardo… sí, en resumen, las vivencias, mías y de los míos, que Tú y yo sabemos, y que tantas veces te he contado, pedido, llorado y rezado, desde mi más tierna infancia.

SOBRE LAS OLAS

Cada año celebramos, en la entrañable villa de Torregarcía, la conmemoración de la llegada de Nuestra Patrona a su ciudad.

Cada año, Ella vuelve a visitar a los peregrinos que allí nos damos cita.

Mas, Nuestra Madre, antes de desembarcar, escoltada por peces de plata, visita a todas las advocaciones de nuestra Semana Santa, dejando nuestros templos parroquiales y capillas impregnados de su amor.

Nuestra Señora, con las olas más madrugadoras de la mañana, aún cuando la marea está baja, puedo imaginar que visita, los templos más marineros de nuestra capital. Por el lado del poniente, los que guardan a nuestros pescadores y nuestro puerto, esto es, la Iglesia Parroquial de San Juan Evangelista, la de San Roque y la Capilla del Real Hospital de Santa María Magdalena.

Comenzando por la Iglesia de San Juan, sede canónica de la Hermandad de las Angustias, me llegan a la cabeza o, mejor dicho, al corazón, los recuerdos de mis primeros años de escuela, los cursos con los Padres Jesuitas y, por tanto, la visita obligada y diaria a la Iglesia del Corazón de Jesús, su primera sede canónica.

Justo al entrar de la calle, a mano derecha se mostraba la imagen bellísima del Cristo de la Buena Muerte; bellísima, sí, pero la verdad, con 6, 7, 8 años, entrar al templo y encontrarte con la Iglesia casi en penumbras, con el Cristo tan sólo iluminado por dos hachones y, para arreglarlo, casi siempre una de las dos bombillas fundida, pues daba un poco de miedo. Se lo podemos preguntar a Juan Espinosa o a nuestro Presidente, que no andaban muy lejos, ¿verdad?

Son muchos los momentos vividos en esta querida Hermandad, como mi primera visita a la Parroquia de Piedras Redondas. Fue para realizar un reportaje fotográfico al Cristo de la Buena Muerte que, en los años 80, estaba al culto en dicha Parroquia y, a hombros de sus directivos, realizaba el traslado para salir, el Jueves Santo, desde la Parroquia de San Juan. De hecho, también recuerdo que, en uno de estos actos religiosos previos al traslado, me impusieron la medalla de su Hermandad.

O, ¿cómo olvidar el Hermanamiento de Angustias con la Soledad, en Santiago, y el posterior traslado de la Virgen en el Paso de la Soledad hacia la nueva sede en la Parroquia de San Juan?

Todos estos recuerdos, son vivencias, pero también son fotografías que tengo en casa. Los negativos ya están un tanto amarillos, pero en la memoria se conservan a la perfección. Y, si de instantáneas hablamos, no puedo dejar de recordar un cartel, para mí el mejor que ha realizado este torpe fotógrafo, con la imagen del Cristo de la Buena Muerte, en segundo plano, y, en primero, las rejas de un balcón de nuestro casco histórico.

En cuanto a la última Cofradía en sumarse a nuestra Semana Santa, es la conocida como El Calvario, aunque por ahora solo sale a la calle el Cristo del Mar; esperamos y confiamos que, en breves fechas, las aguas vuelva a su cauce y pueda salir el Misterio completo.

El Cristo es una magnífica imagen llena de devoción, llena de amor, que ha calado rápida y profundamente, desde el día de su traslado, desde la Parroquia de San Juan, cuando llegó a su nuevo barrio marinero, que tiene como buque insignia a la Virgen del Carmen, Señora y Patrona del populoso barrio de Pescadería. En ese recorrido, todos nos sorprendimos de la gran cantidad de fieles que acompañaron al Padre y por la belleza de las imágenes que, con el fondo de la Alcazaba o al cruzar el puente de la Avenida del Mar, lucieron con gran esplendor.

Precioso Cristo Marinero y Mariano. Preciosa estampa de comunión hermandad-barrio, barrio-hermandad.

Qué pena que D. Marino no pueda estar, como siempre ha estado, en su Parroquia, a la que dio toda su vida.

Y, para terminar este viaje a los templos pesqueros, permitidme que os hable de la Cofradía que reside en la Capilla de nuestro entrañable Hospital Provincial. La fundación de esta Hermandad toma cuerpo en 1995, aprovechando la estancia en nuestra ciudad del imaginero hispalense Luis Álvarez Duarte, con motivo de la bendición del Cristo de Pasión y coincidiendo con la recuperación para el culto público de la capilla del Real Hospital de Santa María Magdalena.

Durante los años que lleva haciendo su desfile procesional, ha tenido y tiene uno de los recorridos más bellos de nuestra Semana Mayor, pasando, en algunas ocasiones, por la Alcazaba, Ayuntamiento, Conventos de Clausura, Catedral, Almedina, San Juan, General Luque, entre otros.

Importante pasado, esplendoroso presente y prometedor futuro, ya que, para la próxima Semana Santa de 2012 (según tengo entendido), tiene la Hermandad previsto la petición de día y hora para hacer su Estación de Penitencia por la Carrera Oficial de nuestra ciudad.

Por su parte, en la costa levantina, deja su amor nuestra Patrona en los templos que guardan sus costas y playas, como son la Iglesia Parroquial de San Pio X y la Iglesia Parroquial de San Antonio de Padua.

De la Iglesia de San Pío X, sale todos los Lunes Santo la populosa Hermandad del Gran Poder.

Dan las 6 de la tarde y para el hermano cofrade ya llega la hora. Después de comer hemos intentado, sin conseguirlo, descansar; hemos dado mil vueltas a los recuerdos de tal día como hoy, en años anteriores; recordamos las instrucciones de la Hermandad y ya, sin más dilación, nos adentramos en nuestro dormitorio para coger ceremonialmente el perchero, sacar el hábito y, con mucho cuidado, colocárnoslo. La tela es suave; al roce con nuestras manos parece más suave todavía.

Nuestras madres nos ayudan, la familia sigue el ritual; nuestros pies desnudos, las manos también; la túnica amoldada a nuestro cuerpo; nos toca el cíngulo de esparto (que almeriense ¿no?). Cuando apretamos las presillas del cíngulo éste nos da seguridad, nos arregla el cuerpo.

Sentimos la responsabilidad de lo que se está preparando. ¡Mamá la medalla! Un beso y nos la colocamos. Nos falta el antifaz, lo probamos para no tener problemas después, aunque la verdad es que lo hemos probado veinte veces.

Besos, abrazos y, por el camino más corto, a San Pio X.

La tarde se va oscureciendo, todo se vuelve de color negro, el luto abraza al barrio de El Zapillo. Jesús del Gran Poder camina con la cruz de nuestros pecados.

En cuanto a mi Hermandad de El Encuentro, si tuviera que relatar, en una sola frase, mi sentir cuando escucho la palabra Encuentro, ésta sería: “Encuentro, la ilusión de la primera vez, la ilusión de un niño”.

Y es que, en esta Hermandad realicé mi primera Estación Penitencial, con muy escasa edad. De hecho, os confesaré, como anécdota, que aquella primera salida procesional se caracterizó por la obra de arte que tuvo que hacer mi madre a la costura, ya que, cuando fuimos a recoger la túnica, a la recordada tienda de tejidos FULPESA, evidentemente, y debido a mi corta talla, no tenía túnica que me estuviera ni medio decente.

Pero, además de ser mi primera vez, también recuerdo, con igual cariño, la primera vez que mi hijo tuvo la responsabilidad de hacer el reportaje fotográfico de un acto de Semana Santa, con escasos quince años, cuando su padre tuvo que dejar momentáneamente la fotografía al ser nombrado Presidente de la Agrupación. ¿Adivináis en qué Cofradía fue?

¿Recuerda Pedro Sánchez los nervios que tenía el chiquillo?, ¿y los que tenía el padre? ¿Recuerda también el chiquillo, que ya no es tan chiquillo, en qué Hermandad ganó su primer premio en un concurso de fotografía y de qué Hermandad tuvo su primer cartel de Semana Santa? Pues eso, la ilusión del que siempre será mi niño.

Pero no queda ahí la cosa, que también tengo una hija y también tenía que “debutar” en algún aspecto de su vida cofrade en El Encuentro. Sí, mi hija debutó, a petición de Ana Molina, su Hermana Mayor, poniéndose frente al público, para hacer una presentación: la del cartel del Jueves Santo de 2005.

Como podéis ver, tanta ilusión y recuerdos bonitos no caben en el corazón de un hombre; al igual que cuando me sitúo frente a la apacible mirada del Nazareno y recuerdo la devoción y el amor que mi madre le profesaba.

 

Con azucenas como andas, camina nuestra Señora la Virgen del Mar, con una nueva ola, un poquito más fuerte, hasta avanzar hacia otro radio más alejado del anterior. Concretamente visita la Iglesia Parroquial de Santa Teresa de Ávila y la S. y A. Iglesia Catedral de la Encarnación.

Comenzando por la Iglesia del barrio de Oliveros, allí reside canónicamente la especialmente querida por mí, Hermandad de Salud y Pasión en su Tercera Caída.

Cae Dios tres veces y Almería lo levanta otras tantas, pierde Dios sus vestiduras y Almería lo arropa con cariño, muere Dios por las calles de Almería y sus hijos marineros, entre redes, lo trasladan al Sepulcro. Sí, Almería es Nicodemo y José de Arimatea, la Verónica que enjuga su rostro y es Almería quien Resucita con Él, quien revive a un Dios victorioso sobre la muerte; es Almería, Señor, quien por Ti vive y muere, quien sufre y llora, quien te canta y te reza, quien te espera.

La Hermandad, la componen un grupo de hermanos que están todos los días trabajando denodadamente para que la devoción a sus imágenes sea cada vez más grande.

Ellos, al igual que yo, no entendemos una Hermandad como un simple conglomerado de bellas obras artísticas; eso sería sólo como constituir un museo de arte itinerante. La vitalidad, el vigor y la plenitud nos han de venir de la comunión eclesial. Todo lo demás, sería vaciar de contenido nuestra andadura.

Recuerdo el día de la bendición de Nuestro Padre como si de ayer se tratase. La Hermandad del Prendimiento es nombrada madrina de la nueva Hermandad de Pasión y el Colegio de Médicos padrino de la Bendición. D. Francisco Alarcón, Vicario General, presidió la ceremonia religiosa, junto al Presidente-Deán del Cabildo Catedral, nuestro recordado y querido D. José Guerrero, y al no menos querido y admirado (particularmente por mí) D. Fernando Berruezo. La Catedral se encontraba llena de cofrades y amigos.

Al día siguiente y durante el traslado, tuve el honor de portar, Señor, Tus andas y llevarte, durante un rato, por las calles de Almería, repletas de gente que tenía hambre y sed de Ti

Y, por supuesto, tampoco puedo olvidar otro día luminoso y resplandeciente para esta Hermandad: sí, se trata de la celebración de la bendición, de la madre de Dios y madre nuestra, María Santísima de los Desamparados.

¡Ya tiene Almería Tu Amparo Madre!

Y de la Hermandad de Pasión pasamos a, como antes comentaba, su Hermandad Madrina, la Hermandad del Prendimiento.

¿Cómo resumir en breves palabras lo que es para mí la Hermandad del Prendimiento?

Es muy difícil, y no sólo por los muchos años ligado a esta Cofradía, ni por estar la bella imagen de Nuestra Señora de la Merced presente, tanto el día de mi boda con Mercedes, mi esposa y compañera inseparable de mi vida, como, veinticinco años después, en nuestras bodas de plata, sino porque en dicha Hermandad mis hijos han aprendido a ser cofrades, a sentir el amor hacia unos titulares, a trabajar desinteresadamente y con ilusión por una Cofradía… o, en el caso de mi hijo Javier, ha aprendido a fundir su corazón con el de otros cuarenta y cuatros hermanos y, actuando como uno sólo, ser los pies que pasean a su Jesús del Prendimiento, con esfuerzo, amor y devoción, por las calles de Almería; o María del Mar, que siempre está cerca de su Cristo de ojos verdes, portando la bocina y anunciando a propios y extraños que el Prendimiento se acerca.

Si tuviera que calificar, a modo de slogan publicitario, a esta Hermandad, lo haría como “la Hermandad del Ave Fénix”, por la enorme capacidad de resurgir que tuvo ante el desgraciado incendio del Jueves Santo de 1996, cuando Nuestro Padre Jesús Cautivo de Medinaceli y Nuestra Señora de la Merced, se convirtieron en ceniza.

Mas dicha ceniza, lejos de entristecer, calentaron por siempre los corazones de los hermanos cofrades y los miles de almerienses, los cuales multiplicaron su esfuerzo, amor y compromiso, para volver a situar las cosas como estaban, esto es, a los titulares de la Hermandad con su pueblo de Almería.

Del mismo modo, otra de las cosas que me gustaría destacar de esta Hermandad y que, en mi humilde opinión, hace que ésta tenga una estabilidad, florecimiento y frutos constantes, es la continuidad de los miembros más cercanos a su directiva. De hecho, el recitar los nombres de Enrique Marín, Luis Pardo, Blas Marín, Ico Marín, Andrés Felices, Pepe Miras o Juan Antonio Barrios, entre otros, me es tan simple como a mi hijo el citar a Buyo, Chendo, Hierro, Sanchís, Lasa, Redondo, Michel, Laudrup, Amavisca, Raúl y Zamorano, o sea, “su” primer Real Madrid.

Hermandad de Prendimiento, donde sus directivos y cofrades, están acostumbrados a grandes obras; obras grandes para conseguir, casi de la nada, la Hermandad y Cofradía que en la actualidad es. Grande, al tener las imágenes titulares que posee, así como sus pasos y enseres; grandes obras, como las realizadas en la Capilla del Sagrario o, la más reciente, la adquisición y reforma de la Casa Hermandad, en la Plaza de Bendicho, que si Dios quiere, el próximo día 14 de mayo, se presentará.

Trabajo, trabajo, trabajo, ilusión, fe y amor a sus Sagradas Imágenes y a lo que Ellas representan. Toda una vida dedicada por entero a su Hermandad.

Otra Hermandad señera en nuestra Semana Mayor y que radica canónicamente en nuestra Santa Catedral-Fortaleza, es la del Cristo de la Escucha.

Todos los que me conocéis, sabéis de toda mi vida cofrade, mis sentimientos, mis trabajos, mis ilusiones. También conocéis a mi familia, mi mujer, mis dos hijos, incluso sabéis de su hacer y sentir cofrade.

Pues bien, hoy os descubriré, que de la mano de mi madre, me acerco al Cristo de la Escucha. Ella era asidua asistente al Quinario que, por aquellos entonces, organizaba D. Lucas Ramos y al que asistía gran parte de la población almeriense.

Cada año acudía mayor número de fieles que, en completo silencio, formábamos en largas filas. Sin duda, aquellos eran momentos de emotiva belleza, siendo uno de los más claros exponentes del hondo fervor religioso de nuestro pueblo que, en torno a sus más veneradas imágenes, sabe manifestar su piedad en los días solemnes de la Semana Mayor.

Y no podía olvidar, por supuesto, la Hermandad donde los que, como yo, tenemos una edad, hemos aprendido a ser cofrades e, incluso, a integrar juntas de gobierno: la Hermandad de los Estudiantes.

La Hermandad de Estudiantes significa mi juventud, mi primer cargo en una Junta de Gobierno. Pero también supone, las vivencias de unos años muy, muy difíciles; unos años que hoy casi sonarían a prehistóricos.

Yo los llamaría, años de Persecución y de Rebelión.

Sí, Persecución. Nos situamos al inicio de la década de los 70, la Semana Santa en la calle, es casi tan solo Estudiantes. El Sr. Obispo nos prohíbe salir. No obstante, después de reuniones y de mucho diálogo, nos autoriza; mas avisa que estará en cada esquina, que nos vigilará… y, a la primera de cambio, al templo.

Nosotros nos volvemos locos de alegría, ¡al fin salimos! Y, lógicamente, pensamos que el Sr. Obispo estaría plácidamente durmiendo.

¡Sorpresa!, primera esquina, aviso “el Sr. Obispo está”; vale. Dos esquinas más adelante, aviso “el Sr. Obispo está”; vale. Varias esquinas más, aviso “el Sr. Obispo está”; vale. Y así casi toda la noche. Pero salimos, mantuvimos el orden y el fervor y nos encerramos, sin novedad. ¡Qué bonito año aquel…!

Y también Rebelión en las mismas fechas, aunque bien podíamos hacerlo ahora.

Realizamos una postulación por los bares y negocios por donde la Cofradía pasaría. El resultado: nada, ni un duro.

Convocamos reunión y acordamos, que no pasábamos por el centro, “que nos vamos por el casco antiguo”: Almedina, San Juan, Plaza de Pavía, Reducto… ¡ay! Reducto, parece que está ocurriendo ahora mismo, que frío pasamos. ¿Verdad José Luis?

Sin embargo, con lo que me quedo, lo verdaderamente bonito, fue subir a la explanada de la Alcazaba. Sí, a los mismos pies de nuestras murallas. ¡Qué bonito verdad!

Pero claro, lo malo fue bajar la calle Almanzor. Madre mía qué cuesta… los tronos a ruedas, los directivos, unos enganchados delante y otros detrás; si los primeros bajaban el trono, los de atrás no llegaban para cogerse e ir frenando la velocidad que podía tomar aquello; si los de atrás se enganchaban y bajaban el trono, los de delante no llegábamos ni con zancos… la verdad es que no sé cómo llegamos vivos.

Bueno, Sr. Alcalde, para hacernos una idea, lo mismo que pasa cada día 5 de enero con los dromedarios y los queridos, en este tramo sufridos, Reyes Magos… que un día alguno de ellos llevará los regalos volando. Ya está el sol en lo más alto del firmamento de nuestra ciudad, los bañistas de nuestras playas se apresuran para protegerse del mismo, otros comienzan a degustar un suculento bocadillo… En esos momento, en los que la marea ha subido un poquito, nuestra Patrona lanza una ola más fuerte para, convirtiendo en oro las grises arenas, adentrarse aún más en nuestra Almería, en pos de visitar las Iglesias Parroquiales de San Pedro, Santiago, San Sebastián y la Iglesia Parroquial del Espíritu Santo.

En la primera de ellas visitará a las Hermandades y Cofradías del Santo Sepulcro y de la Santa Cena; sin olvidar, por supuesto, a la reina de las marismas ni al pastorcito divino, esto es, la Hermandad del Rocío que, aunque no estemos en el contexto, mi corazón pide que, al menos, recuerde el cariño y devoción que en esta advocación mariana tengo.

Recordar el Santo Sepulcro, es recordar el servicio militar y las hogueras de San Antón.

En la calle Borja (paralela a la calle Almedina), teníamos un anchurón, para jugar, aparcar y, cuando llegaban las fiestas de San Antón, se utilizaba para hacer las hogueras.

En el año 1977, recién llegado del servicio militar (ya hecho un hombre, como se decía antiguamente), en dicha hoguera tuve una larga conversación con mi vecino y amigo Juan Rafael Muñoz y nos animamos a reorganizar, junto con otro grupo de personas, la Hermandad del Santo Sepulcro. Ésta llevaba dos años saliendo de la mano de Estudiantes y, anteriormente, otros varios años sin salir.

Lo único que teníamos, aparte de juventud y ganas de trabajar, era el empuje y estímulo de Dña. Carmen Góngora, propietaria del taller de costura llamado Sindicato de la Aguja, mas con ese capital empezamos la tarea.

Pasan los años y en el curso 1982/83, Juan Muñoz, que era Hermano Mayor, por motivos profesionales dimite y salgo elegido yo para dicho cargo. Como siempre, me toca organizar todos los actos del 60 aniversario, donde se incluye el primer Concurso de Bandas que, sin duda, fue un hito en su época.

Con el paso de los años, la Hermandad toma forma y, sin duda, se convierte realmente en esa Cofradía señera que ahora tenemos. En el camino, nos tocó realizar hábitos nuevos, ciriales, faldillas para los pasos, nuevos bordados, nuevas pinturas para los estandartes, nuevo ajuar para las imágenes y un largo etc., sin olvidar la formación, las actividades culturales…

La Hermandad de la Santa Cena nace en abril de 1983. Esta Hermandad, durante mucho tiempo, en mi opinión, ha sido el ejemplo a seguir por otras Hermandades; su ímpetu, su entusiasmo, su dedicación tanto a la Cofradía, como a la Parroquia, sus actos, sus cultos, sus actividades culturales y sociales, siempre cuidados hasta el más mínimo detalle, la acción caritativa tan importante y un largo etcétera.

Sin olvidarnos, por supuesto, de la realización de los pasos, de los enseres, de los retablos y, sobre todo, de las imágenes titulares.

¡Qué empuje el de esta Hermandad en tan poco tiempo!

Pero, hablar, sentir, pensar, recordar a la Hermandad de la Santa Cena y María Santísima de Fe y Caridad, es pensar en Juan José Sánchez Martínez.

Durante bastante tiempo trabajamos juntos y, os puedo confesar que si tuviésemos en nuestras nominas muchos cofrades con sus ganas, ilusión, dedicación en el trabajo y su espíritu de superación… todo, todo sería mejor.

Juan, te fuiste tan pronto que no te dio tiempo de ver esa magnífica casa de Hermandad, que tanto querías y que realmente es un lujo para todos aquellos que la habitan y visitamos. Tampoco pudiste apreciar, agobiado por el trabajo diario, casi sin respiro, de todo lo que brillaba la hermosa rosa de tu Cofradía.

Desde el cielo, no me cabe duda, nos sigues de cerca, pero no relajado, ni admirando la que es TU Semana Santa, porque te la has ganado; eso no va contigo, desde el cielo sigues multiplicando esfuerzos, rezando e intercediendo por nosotros. Sigues arrimando el hombro con tu Hermandad, con tus amigos… estás ahora impidiendo que mi voz se agote con la emoción del cariño que te tengo, al igual que dictabas estas palabras semanas atrás frente a la página en blanco.

Tú siempre has estado, estás y estarás con cualquier cofrade que necesite ayuda.

Ahora cruza nuestra Patrona, con su coro de fina brisa, la plaza San Pedro y la plaza Flores, encontrándose con la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol, sede de la Hermandad decana de nuestra Semana Mayor y sede desde donde, cada Domingo de Resurrección, asoma a las calles de Almería Nuestro Padre Jesús Resucitado, para aclamar la victoria de la vida frente a la muerte.

¿Por qué te llaman, Madre, Soledad?, si Tú nunca vas sola. Tu hijo, ya te dejó al discípulo amado, para que te acompañase en el Dolor. Y Almería Madre, nunca te abandona, nunca te deja sola, siempre está contigo.

¿Por qué te llaman, Madre, Soledad?, si Tú nunca vas sola.

En la noche del Viernes Santo, aunque recorras calle estrechas, plazuelas pequeñas, aunque te escondas detrás de la luna, tus hijos almerienses siempre van contigo, para acompañar Tu llanto y caminar a Tu vera, para sentirnos hijos tuyos.

¿Por qué te llaman, Madre, Soledad?, si Tú nunca vas sola.

Tus hijos quieren acompañarte en esta noche triste, negra; no quieren que el dolor, entristezca Tu corazón y Tus hijos te rezan y te cantan, que también es rezar, con ese arte tan nuestro.

Si la climatología quiere, como nosotros, llorar, nos refugiaríamos en los arcos del Ayuntamiento, en la Catedral o, si hiciera falta, junto a la Patrona, pero siempre acompañada de Tus hijos, Madre.

Además, siempre tendrás el amigo fiel, el compañero de tu viaje primaveral: el nazareno, ese incondicional que te acompaña e ilumina.

Nazarenos con capirote o con el costal y la faja, con la fuerza o con el espíritu, nazarenos que ponen en pie, que levantan nuestra Semana Santa, con el rostro tapado. El único rostro que debemos ver descubierto es el del Señor y su Madre.

El de nuestros titulares, que se pasean por las calles para clavarnos el rayo de la fe, para darnos ánimos y empujarnos adelante, embelesándonos con su mirada.

Y cuando la madrugada se eche sobre nosotros, cuando Tu caminar sea casi imposible por el dolor de Tu pecho, cuando decidas, Madre, volver a Tu templo, para contemplar, en el Silencio, el Santísimo y hablar con Tu Hijo, nosotros, almerienses todos, no te dejaremos. Purísima Madre, te cogeremos de la mano. Porque allí, en la puerta de templo, Almería entera se aglutina, para decirte un adiós, que es sólo un hasta luego, porque Tú estarás siempre en Tu capilla esperándonos, para no estar sola y que nadie te diga Soledad.

¿Por qué te llaman Soledad?, si yo quiero estar siempre contigo y pedirte que Tú nunca me dejes solo.

Aunque en mis años de juventud, procesioné en más de una ocasión, vistiendo un amplio abanico de colores, mi historia más cercana con el Resucitado nace a raíz de ostentar la Presidencia de la Agrupación de Cofradías. De hecho, os debo confesar que durante esos años era el desfile procesional donde más a gusto podía estar en la Semana Santa, ya que lo afrontaba desde la satisfacción del deber cumplido; otra Semana Santa que se ponía, cual sol de primavera, con la satisfacción del trabajo bien hecho.

Para mí era el desfile procesional de la tranquilidad, una vez pasados todos los nervios de días anteriores, día triunfal, de celebración y de alegría, humildemente porque aquel presidente había vencido, un año más, los nervios, preocupaciones, los problemas… que ocasiona la Semana Santa (benditos problemas, ¿verdad?) pero, ante todo, porque estábamos celebrando triunfalmente la verdadera victoria: Jesús había vencido a la muerte.

Como digo, eran momentos de alegría, de recordar las anécdotas de los desfiles anteriores, de los “enhorabuena” entre cofrades de distintas Hermandades. La verdad es que recuerdo que se vivía un clima de auténtica camaradería, relajación y compañerismo.

Bueno, cuando el clima lo permitía, porque seguro que Paco Romero o Pepe García, entre otros, aún recordarán aquel año de 2003 cuando nos cayó el mayor de los chaparrones y tuvimos que refugiarnos en los arcos de la Plaza del Ayuntamiento unos, junto al paso del Señor Resucitado que éstos gobernaban, otros salieron corriendo hacia la Catedral, otros no sabían ni dónde meterse… en fin que nos pusimos todos chorreando, pero conseguimos, tras unos momentos de incertidumbre, entrar en la Catedral en pos de participar de la misa pontifical. Por cierto, cuando salimos ni lluvia ni mal día, un sol espléndido nos saludó y acompañó de regreso al templo.

La Iglesia Parroquial de San Sebastián, todos sabéis, ha sido parte importantísima de nuestra Semana Mayor, siendo sede canónica, entre otras de la antigua Cofradía de los Ex-Cautivos, hoy Hermandad del Prendimiento, o de la Borriquita. Actualmente, es la sede de la Cofradía mariana de Nuestra Señora del Carmen y de las Huertas y de la Hermandad popularmente conocida como del Amor.

D. Juan Fenoy y la Hermandad del Amor.

Es esta una de las Cofradías más antiguas de nuestra Semana Mayor. Una de aquellas fundada en los años 40, cuando un grupo de fieles vieron la luz de la ilusión y sacaron adelante su sueño, su fe.

Esto ocurrió en 1944, cuando D. Juan Fenoy, aquel sevillano de nacimiento, pero almeriense de adopción, recaló en nuestra tierra, en compañía de sus padres.

Con los brazos abiertos le recibió Almería y así nunca se sitió un extraño, aunque echaba de menos al Cristo de su barrio, el Cristo del Amor de la capital hispalense.

Tan grande fue la atracción hacia dicha imagen, que él quiso y consiguió tener cerca otra en Almería. Para ello, trabajó incansablemente, junto con su párroco y un grupo pequeño de amigos.

Para aquellos que tuvimos la suerte de conocerle, cada Martes Santo todavía lo vemos, siempre presto, cerca de las imágenes, con su vara en la mano y esa figura, bajita y delgadita, pero con un aire de gran persona, amable, cristiano comprometido, que en cada salida del templo de sus imágenes, siempre se le escapaban unas lágrimas de alegría.

Hablar de la antiguamente denominada Cofradía de Banca y Bolsa, es recordar a tantos amigos, como son Domingo Molina, Antonio López, Juan Enrique Ureña y ¿cómo no?, de mi vecino y compañero en mil caminos Juan Rafael Muñoz, gran cofrade, como pudimos ver en Estudiantes, Entierro, en la Agrupación; de Hermano Mayor, de Diputado Mayor, dirigiendo el Coro o la Banda… y que se hizo conocido por aquella frase mil veces repetida de “Bueno, lo primero que tenemos que ver es… ¿qué Agrupación de Cofradías queremos?”.

Y, la última Iglesia englobada en esta maravillosa ola patronal y también una de las últimas parroquias en ser sede canónica en nuestra ciudad es la Iglesia Parroquial del Espíritu Santo, sede de la eternamente niña Hermandad de la Borriquita.

Esta hermandad es, sin duda, la más querida y la más esperada por todo el mundo cofrade. Y los motivos son variados.

Es oficialmente la primera, con lo cual las demás llegan pronto, y, sobre todo, es la Cofradía de los niños, de la ilusión, la Cofradía de la alegría.

Esta Cofradía, fundada en 1928, es, sin duda, una de las denominadas antiguas de nuestra Semana Mayor. A lo largo de su historia, varias han sido sus sedes canónigas, siendo las recientes la Catedral, los Franciscanos y, en la actualidad, la citada Parroquia del Espíritu Santo. Coincidiendo estas etapas con la que más vinculación he tenido con ellos.

En la Catedral, por compartir sede canónica con Prendimiento y con Estudiantes, y estar estas tres Cofradías viviendo diariamente las ilusiones y alegrías.

Todos los días los podíamos ver en ese pequeño local de la Plaza de Careaga. Observábamos jubilosos cómo estaban cociendo, bordando y conviviendo para hacer el ajuar de sus imágenes; incansable el trabajo de Juan Rosales, Rosa Bueno, Vicente y Matías, entre otros.

Más tarde, siendo Presidente y estando la Cofradía bajo la tutela de la Agrupación, me tocó vivir más profundamente la Hermandad. Cambió a los Franciscanos, donde, de nuevo con el apoyo y trabajo de José Luis Cantón (delegado por la Agrupación), la Hermandad empieza a tomar nuevo rumbo y se nota ese aire fresco que le hace tomar nuevos impulsos.

En la actualidad, con sede nueva, con esa puerta grande para poder sacar los pasos sin problemas, integrados en la Parroquia, con un sacerdote que los orienta y la feligresía incorporada, la Hermandad vive, con espíritu cristiano, su vida cofrade.

En su cuarta ola sube nuestra Patrona por calles tan cofrades como el Paseo de Almería y calle de las Cruces, en pos de visitar dos parroquias muy cofrades y cercanas en distancia. No son otras que las de San Agustín y la torera parroquia de San Ildefonso.

En la primera de ellas reside la Hermandad del Silencio. Para mí, hablar de la Hermandad de Silencio es recordar aquellas reuniones, casi diarias, en la Parroquia de la Catedral y en los salones de los Jesuitas, de un grupo de amigos que convivíamos y que nos ayudábamos los unos a los otros, sin fijarnos en el color del hábito o el escudo de la Hermandad. Miguel Aparicio (q.e.p.d.), Bentu (q.e.p.d.), Juan y Rafael Aguilera, Federico Bueno, Manuel Vicente, Miguel Sagredo, entre otros.

El valor de las cosas. Un Jueves Santo (de esos que relucen más que el sol), cuando éste se ocultó, se levantó un viento y un frío que no había almeriense que soportara. Yo, con mi novia recién estrenada, acordamos ir al encuentro de la Hermandad para verla. Recuerdo que nos paramos en la esquina de Rueda López con Javier Sanz, estábamos solos, pero solos… y cuando estábamos casi a punto de marcharnos, toda vez que el último paso estaba a nuestra altura, veo los movimientos de un nazareno.

Ante esto, le digo a Mercedes, “espera, que viene, que viene”. Mercedes, un poco asustada, me dice, “¿qué pasa?, ¿quién viene?”. Y, de pronto, el nazareno se acerca y le da un clavel de color blanco; sin duda el clavel más hermoso que he visto nunca, el mejor, el más grande y el que llevaré siempre en mi corazón. Era el primer clavel que nos ofrecían, de manos de Miguel Aparicio, y portado todo el día por la Virgen del Consuelo.

La Parroquia torera del barrio de nuestro coso taurino se caracteriza por la contraposición de sentimientos cofrades de las Hermandades que en ella residen. Allí se refleja la seriedad extrema, la humildad, la pobreza y sobriedad de una, la del Cristo del Perdón, frente al júbilo y la bulla de una Hermandad muy alegre, como es la Hermandad de la Macarena.

Parece que la primera de éstas sigue siendo una de las nuevas, pero el pasado día 12 de septiembre se cumplieron 30 años de su fundación.

Pasado tanto tiempo, este grupo humano de jóvenes sigue creciendo en número y su implantación en nuestra ciudad es muy evidente. Tan sólo tenemos que acercarnos, en la noche del Martes Santo, a esas calles comprendidas entre Joaquín Peralta y el templo, para poder confirmarlo.

Y es que en ellas, podemos apreciar, con gozo, que, desde horas antes de su salida, se encuentran llenas de fieles; sobre todo esa calle Silencio.

Aún recuerdo, como si estuviera viéndolo en este instante, el Cartel de la Hermandad del año 2001. En él, podemos apreciar el paso de Nuestro Cristo del Perdón a la altura del número 35 de dicha calle, donde también aparece un bebé que, casi volando, en los brazos estirados de sus padres y con gran esfuerzo por parte de ellos, hacen a su retoño volar en pos de tocar la mano de su Cristo y que Franja (mi presentador en el día de hoy) estuvo presto para inmortalizar.

En cuanto a la Hermandad torera por antonomasia, la Hermandad de la Macarena, ¿qué decir Dios Mío?

Cuando veo esta Hermandad en nuestras calles, la tarde-noche del Lunes Santo, se me viene a la memoria, la primera vez que pude observar el bello rostro de Nuestra Madre, María Santísima de la Esperanza del barrio de la Plaza de Toros, como me gusta llamarla.

Había llegado de Sevilla el 11 de marzo de 1988 y su primera casa fue la planta primera del número 13 de la calle Quintana, junto a la Avenida de Vílchez. Allí estaba nuestro amigo Antonio Navarro del Pino, más feliz y contento que un niño chico con zapatos nuevos.

Por fin su sueño se había hecho realidad. ¿Cuántos problemas, verdad, Antonio? Pero, después de verla tomar posesión como Reina y Señora del Coso taurino, en la salida en andas, tras su bendición… Antonio, ¡mereció la pena!

Me enorgulleció, me alegra y seguirá siendo un honor el participar con vosotros en todos vuestro actos y actividades, como cuando, durante mi primera etapa al servicio del mundo cofrade, fui invitado por su hermano Mayor, Nicolás Hernández, para realizar la lectura de la Sentencia, minutos antes de salir el Paso a la calle. También recuerdo con igual satisfacción y orgullo la presentación que mi hijo Francisco Javier hiciera, hace unos años, del cartel oficial de la Hermandad para “su” Lunes Santo.

Ya al atardecer, con la marea alta, aprovecha nuestra Señora, la Reina del Mar, para tomar su palio de estrella y nube y subir a la parte norte de nuestra ciudad. En esos momentos visita las parroquias de San Isidro Labrador, Santa María de los Ángeles y San Francisco de Asís, sedes de las Hermandades de la Estrella, los Ángeles y Caridad.

La Hermandad de Regiones recorre su barrio en penitencia con las imágenes de Nuestro Padre Jesús de las Penas y María Santísima de la Estrella. Sí, así es, porque con alegría y gozo podemos observar que esta Cofradía ya tiene sus dos pasos completos en las calles, para que su barrio y Almería entera, las recibamos y las acompañemos. Además, los capillitas almerienses podrán estar tranquilos, ya que, tras el buen hacer de esta Cofradía… ¡Almería ya tiene caballo!

La relación personal y cofrade con las dos personas que, durante todos estos años, han sido Hermano Mayor o Teniente Hermanos Mayor, Manolo Navarro y Pepe Martínez, es siempre fluida y amistosa, con lo cual he vivido, en directo, sus anhelos, sus proyectos y también sus realidades.

Es de destacar el mimo que tienen con sus costaleros, el trato directo con todos ellos y los buenos momentos de convivencia que mantienen; al igual que ocurre con los cofrades, directivos y fieles de la parroquia, que acompañan siempre a la Hermandad, ayudando y colaborando en todo aquello que sea necesario. Sólo de este modo podemos entender el buen resultado de las celebraciones de cruces de mayo o de las fiestas de barrio, siempre llenas de vecinos y cofrades.

En cuanto a la Hermandad de mi segundo barrio, Los Ángeles; lugar en el que nació mi mujer, han vivido toda su vida mis suegros y el barrio que vio nacer a mis hijos… sí, mi barrio; debo decir que he tenido muchísima relación y amistad con todos sus miembros.

Desde que hacía su salida procesional tan solo por las calles de la feligresía, era y es ejemplar la respuesta del barrio, un barrio entregado con su Cofradía, una parroquia entregada con su Hermandad. También es bonito ver el andar de los costaleros al son de la Banda Los Iris de Instinción, dirigidos magistralmente por la batuta de mi amigo y director Felipe Berenguel que, año tras año, acompaña a Nuestra Señora de los Ángeles, en la tarde-noche del Domingo de Ramos.

Recuerdo con gran gozo y alegría la bendición de la imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia en su Crucifixión, el 17 de enero de 2009 (diez años y un día separan ésta de la bendición de la Señora de los Ángeles). O la otra gran bendición, entre ambas efemérides, la de la bonita Casa de Hermandad que posee, en el número 3 de la calle Diamante; o el recuerdo de su primera salida procesional, desde su casa, que se realizara el Domingo de Ramos de 2004.

Trabajo e ilusión la de este grupo de hombres y mujeres que, durante todo el año, se afanan en su trabajo diario, para que cuando la Hermandad se convierte en Cofradía, en la calle, brille y resplandezca y lleve a todos los almerienses la belleza de la Madre de los Ángeles.

Mis recuerdos de la Hermandad de la Caridad surgen a través de mi hijo, no como protagonista principal (quizás así sean incluso recuerdos más intensos, ya que siempre se ha dicho que el bien o el mal que se le hace a un hijo es mucho más reconocido por sus progenitores que por él mismo).

De este modo, el trato cariñoso y atento con el que se trató al primer grupo de horquilleros de nuestro Padre Jesús de la Caridad que, encabezado por mi buen amigo Luis Pardo, tuvo el enorme orgullo de portar esta preciosa imagen titular, siempre quedará en el corazón de mi hijo y en el mío.

También me supo trasmitir la sensación de estar como en su casa, en los muchos momentos de convivencia, ensayos, reuniones… y, con cierta sorpresa, que en mi caso no fue tal, me comentó el gran orden y el perfecto protocolo en todos sus actos y actividades culturales y cultuales.

Ya que casi el sol se pone para dejar paso a su hermana la luna, la Señora de Almería hace un último esfuerzo para, en su divinidad, dejar su poso de amor en las parroquias más alejadas del Mediterráneo marinero de Almería: las Iglesias Parroquiales de Santa María Magdalena (en los Molinos) y San Ignacio de Loyola (en Piedras Redondas).

Coronación: Cofradía de barrio, joven y artesana. Si bien son varias las Cofradías almerienses, que durante todo el año, realizan trabajos de bordados, para así completar el ajuar de sus imágenes titulares, enseres para los pasos o insignias para el cortejo, esta Hermandad de Humildad y Paciencia, como era conocida en 1990, es el máximo exponente de la artesanía cofradiera.

De hecho, la primera imagen en procesionar, se realiza, con terracota; era la imagen de la Virgen, y fue realizada por el que fuera gran impulsor y después Hermano Mayor, José Manuel Soriano López.

Esta imagen fue pronto sustituida por la actual, obra de Salvador Madroñal, y bendecida en 1993, siendo padrinos de dicha bendición el tercio Don Juan de Austria II de la Legión, la Hermandad de los Estudiantes y José Francisco García García.

La imagen de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia fue igualmente realizada por el citado maestro sevillano y bendecida, en 1995, por el recientemente fallecido D. Bartolomé Marín.

El 15 de junio de 1998 es recibida la Hermandad en la sede de la Agrupación de Cofradías, para ingresar en el seno de la misma, acto importante para los jóvenes componentes de la directiva y también para el que les habla, que, por vez primera, realizaba dicha encomienda. Hecho este que nunca podré olvidar.

El Barrio de Piedras Redondas gira, en su vida cotidiana y, sobre todo, religiosa, en torno a la Cofradía y a su Parroquia. Esto es fácilmente demostrable, ya que todas las actividades religiosas, culturales, sociales y deportivas, tienen un denominador común: la Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Paz en su Flagelación y María Santísima de la Unidad, pulmón de todo un barrio.

En 1996 dan los primeros pasos para crear una Hermandad de penitencia y salir por las calles de la feligresía. Al principio, con un Cristo de la Paz, que había en la parroquia y una Virgen pequeñita. En 2004 fue bendecida la imagen de la Virgen de la Unidad y, un año más tarde, en 2005, se integró en el seno de la Agrupación de Cofradías. Este momento es, sin duda, un momento grato y agradable para el que os habla, ya que, por aquellas fechas, tenía la responsabilidad de dirigir el rumbo de la Agrupación y sentí la alegría de dar cobijo a un hijo más en el seno de la misma.

Para este año de 2011, la Hermandad tiene previsto (como viene siendo habitual cada año) grandes novedades y estrenos, y podremos comprobar la belleza de los mismos en el resplandecer de su salida por esa, su “Carrera Oficial”, que prepararon el año anterior con espléndida brillantez.

Mas esta vez todo será diferente, pues este año no estará con vosotros, con nosotros, con su barrio, con su Hermandad, la persona, que desde hacía 10 años, colaboraba, impulsaba y era el corazón de la misma; esto es, el Padre Carlos Huelin. Él estará ordenando las filas desde el cielo, encenderá los cirios, animará a los costaleros, besará a los pequeñines y saludará a los feligreses y amigos que se encuentre en el camino; se volverá mil y una vez y dirá, con todo su sentir, “¡Qué guapa va la Virgen!”.

¡Cuánta falta nos hacía aquí en la tierra, Señor!

Mi primer toque de martillo y mis primeras palabras fueron para esos hombres y mujeres que conforman la cuadrilla de costaleros de Nuestra Señora de la Unidad, una invitación la vuestra que no olvidaré nunca, como tampoco olvidaré el día que vuestro Hermano Mayor, Francisco García, me hizo entrega de la medalla de la Hermandad. Gracias de todo corazón.

DESPEDIDA

Ahora que este humilde pregón va llegando a su fin, debo confesaros que, en este relato, no he pretendido haceros reír, aunque hayamos reído; ni llorar, aunque nos hayamos emocionado. Tampoco he intentado mostrar dotes retóricas, de las cuales adolezco, o expresar mis amplios conocimientos religiosos y cofrades, los cuales no son tan brillantes como para alardear.

Tan solo he pretendido abriros mi corazón y desnudar mi alma, para expresaros el pasado, el presente y el futuro de MI Semana Santa, de MI vida, que es nuestra Semana Mayor almeriense, de la que vosotros sois co-partícipes.

Así lo he sentido, así lo vivo y así os animo a que sigamos luchando.

Así es vuestro humilde pregonero.

Muchas gracias.

HE DICHO

D. Manuel Martínez Ramírez.

 


 

Escrito por Redacción TAN! en 12 abr 2011. Archivado bajo Semana Santa 2011.
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