En busca del candidato-sorpresa
Los nombres, los rostros sorprendentes que salen mucho en televisión, las actitudes que son más ‘boutade’ que otra cosa, constituyen el objetivo más anhelado por algún partido para convertirlo en candidato a alcalde, o pare meterlo en un buen puesto ‘de tirón’ en las listas electorales. Porque piensan, y lamentablemente es muy posible que acierten, que nosotros, los ciudadanos que elegimos cada cuatro años, nos dejamos seducir por los oropeles de las apariencias mucho más que por un programa electoral novedoso, valiente y comprometido.
Y, así, andan los del PSOE enloquecidos buscando a un mirlo blanco -eso sí, que salga mucho en las teles–, un rostro agraciado, joven, simpático y dicharachero, que aseguran que es el perfil que gusta al sanedrín que rodea a Sánchez, convencido de que ‘ser guapo como Sánchez’ es -y lo es_un factor primordial para triunfar en política. Lo que ocurre es que no se trata solamente de ser una especia de modelo de pasarela, claro. Porque luego ocurre lo que ocurre.
Estaba convencido, por ejemplo, Pablo Casado de que colocar a Ruth Beitia, magnífica atleta con medalla de oro en unos Juegos Olímpicos, 1’92 de estatura, al frente de la candidatura del PP cántabro, desplazando a la candidata ‘de siempre’, que es una política que se lo lleva ‘currando’ desde hace años, arrasaría en las urnas. Fiasco total, como se sabe. Con muy buen criterio, Beitia, que soporta algunos problemas familiares, se dio cuenta a tiempo de algo que muchos decían, o decíamos: una cosa es ser el/la mejor saltando altura, y otra tener dotes de orador castelarino. O simplemente de mitinero y saber sortear, al tiempo, los dardos afilados de la prensa, de los adversarios y, sobre todo, de los correligionarios.
Ya digo: me consta que los socialistas andan enloquecidamente en busca de dar una sorpresa con su candidato a la alcaldía de Madrid, y no reciben más que negativas por parte de los sondeados para ocupar tan honrosa -y difícilmente triunfante_candidatura. Van con retraso, porque, excepto Vox, que ya nos ha dicho que nos dará una noticia sorprendente sobre sus candidaturas allá por marzo -tiemblo–, todas las demás formaciones tienen ya, para bien o para mal, sus aspirantes al sillón municipal, tanto en Madrid como en la mayor parte de las capitales de provincia, primarias mediante.
Temo que aún hemos de ver alguna repetición del ‘caso Beitia’. Ya digo que no todo el que triunfa en la canción, en los escenarios, en las pistas deportivas, en la literatura o en el periodismo de las teles es capaz de aguantar las maldades de los tuiteros, las envidias de los propios y las difamaciones de los ajenos. La política se está convirtiendo, ya digo, en oficio para bellezas sin oficio (ni beneficio, hasta que entran en política). Una actividad cuya frivolidad quedó patente en las últimas campañas, en las que lo obligado era pasarse por el programa de Bertín Osborne, tirarse en paracaídas, meterse en un rallie para aparecer en un programa aventurero o ir al Hormiguero a que te preguntasen cuándo lo hiciste por primera vez y qué tal fue la cosa. Y el aspirante a alcanzar la poltrona respondía, con sonrisa de ‘hay que ver lo sincero que soy ante estos cotillas que tratan de ponerme colorado’, diciendo quizá incluso la verdad: ‘mi primera vez fue*’.
Los años me han enseñado a no valorar a l@s candidat@s por su estatura, por el color de sus ojos o/y por la desenvoltura de sus movimientos y el descaro de sus respuestas en programas más o menos livianos. Descaro no es ingenio, actitud bailarina no es seguridad, estatura física no el altura moral e intelectual. Si le digo la verdad, y excepto el caso extraño de Errejón –que ya veremos dónde acaba–, no acabo de convencerme de que en el panorama surjan figuras de talla real o siquiera potencial que sorprendan de verdad al obviamente desconcertado elector.
No quisiera mostrarme agorero, pero mucho me temo que las grandes soluciones que necesitan nuestros municipios, nuestra definición territorial y autonómica y nuestro país, en general, no van a surgir de la larguíiiisima campaña -cuatro meses_que desembocará en las urnas el ‘superdomingo’ 26 de mayo. ¿Otra oportunidad perdida para emprender una regeneración a fondo? Mucho me gustaría equivocarme si respondo ‘sí’ a esta pregunta.
-Fernando Jáuregui-