Elecciones en las que cada vez nos jugamos más
Contemplando este domingo la vibrante intervención de Pablo Casado mientras clausuraba la convención que ha querido lanzarle al estrellato, dí en recordar otros actos políticos emotivos en aplausos y en pensar en lo que va del ayer al hoy. Quien lleva tantos años asistiendo a congresos y convenciones partidarios, mítines de todo tipo con oradores fogosos, difícilmente puede darse al entusiasmo. Porque ahora, tras las euforias, llega la hora del remanso, de hacer las cosas día a día pensando en el ciudadano y no, ay, en el partido, que fue lo más invocado en esta convención de música wagneriana y reconciliación –relativa, claro– del PP con su pasado.
Llegan las elecciones. Desde hoy mismo, puede decirse que estamos en campaña electoral. Por eso están ocurriendo algunas de las cosas que nos pasman: el súbito desembarco de Errejón de un Podemos claramente a la deriva, la toma de posiciones del ‘susanismo’ derrotado en Andalucía, pero aún no en Ferraz… y, claro, el desmarque del PP respecto de Vox; en este sentido, la Convención en Ifema fue un continuo desgajarse del abrazo pegajoso de las huestes de Santiago Abascal. Ni Rajoy, ni Aznar, ni Casado, ni ningún otro dirigente del PP, parece querer tener nada que ver con el partido que emerge por la extrema derecha.
Si usted une todos estos puntos, llegará a la conclusión de que lo que ocurre es precisamente eso. Que todos se están posicionando ante las elecciones del 26 de mayo, incorpore ese ‘superdomingo’ las elecciones al Congreso y al Senado o no, que lo más probable va a ser que no.
Y es que creo que me consta que ambos partidos mayoritarios –de momento, siguen siendo el PSOE y el PP– saben que de esta solo saldremos con una coalición, bien de centro-derecha, es decir Ciudadanos acompañando al PP, bien de centro-izquierda, con Ciudadanos volviendo sus ojos y sus apoyos hacia el PSOE. Ni Podemos ni Vox van a contar demasiado, me parece, en futuras alianzas, aunque es posible que en alguna comunidad autónoma, en tal o cual ayuntamiento, veamos juntarse a extraños compañeros de cama.
Me parece que, en este sentido, la precampaña que se inaugura no oficial pero sí realmente creo que va a ser, al final, un intento de aproximación a quien puede llevar al Gobierno a socialistas o a ‘populares’. Es decir, Albert Rivera, que permanece algo alejado de ruidos y estridencias, aunque jugando sus cartas; tendrá que resignarse a no ser fuerza mayoritaria, pero sí decisiva a la hora de generar una mayoría. Y los otros dos partidos en liza, Podemos y Vox, habrán de conformarse con ser fuerzas de reserva, para forzar algunos cambios legislativos, pero no para gobernar.
No sé si es exactamente esto lo que dicen los sondeos que muestran un ‘corpus’ electoral cansado, desilusionado, escéptico. Muy lejos del entusiasmo militante que contemplamos este domingo en la convención del PP. Es ahora, hoy mismo, cuando de verdad se pone en marcha el carrusel de los políticos, coincidiendo, por cierto, con otros carruseles en los que el Estado se juega mucho, como es Cataluña. Olvídense de posibles pactos y acuerdos entre los constitucionalistas: ha empezado la guerra de todos contra todos, lo cual no es bueno, pero es inevitable. Resignémonos a lo que nos viene: muchos aplausos, mucho apoyo de las aficiones y poca construcción de país. Lo que sucede, ay, es que en cada convocatoria electoral nos jugamos más.
-Fernando Jáuregui-