Olvidémonos ya de ETA y volvamos al “cáncer del paro”
Ha pasado lo que tenía que pasar, lo único que podía pasar: la Abogacía del Estado, siguiendo instrucciones del Gobierno, ha presentado ante el Supremo el escrito de impugnación de todas las candidaturas de Bildu, sin excepción, y sin necesidad de hacerlo lista por lista como ocurrió en el caso de ANV. Se acabó el debate, aunque queda por añadir que esto ha ocurrido en buena parte gracias a la presión de las víctimas y del Partido Popular, porque lo cierto es que buena parte de la izquierda, aunque no les guste escucharlo, ha caído en la trampa de la estrategia de ETA -estrategia que ya denunciaba el documento suscrito por casi todas las asociaciones de víctimas el pasado mes de noviembre- que consistía en provocar la división entre los demócratas consiguiendo que algunos justificaran la presencia de las ‘marcas’ etarras en las elecciones bajo la premisa de que se habían vuelto buenos.
Picar en esa trampa es lo que yo he llamado hacerle el juego a ETA, y se ve que a la izquierda le molesta que se le diga por más que bajo ninguna circunstancia eso signifique acusar a nadie de colaborar con la pandilla de canallas. La izquierda, sin embargo, sí lo hace cuando afirma que al PP y a los que estamos en contra de la presencia de ETA en las instituciones en el fondo no nos interesa acabar con los terroristas. Eso, y la barbaridad dicha por Ibarra sobre Mayor Oreja, sí que son excesos que evidencian la baja catadura moral de algunos-muchos.
Ahora solo queda el Supremo. Da la impresión de que esta vez la Abogacía del Estado se ha trabajado el escrito de impugnación mucho más de lo que lo hizo con la solicitud de ilegalización de Sortu, por lo que parece razonable que el Alto Tribunal se pronuncie en la única dirección posible. Además, hoy tenemos muchos más datos que demuestran que tanto Sortu como después Bildu forman parte de la estrategia de ETA, como pone de manifiesto la conversación grabada a Arnaldo Otegi. Lo que ya sería muy revelador es que el Supremo hiciera efectiva la anulación del nombramiento del magistrado Gimeno-Bayón decretada el pasado 13 de abril por incumplimiento de los requisitos necesarios para su nombramiento. Gimeno-Bayón es uno de los siete magistrados que emitieron el voto particular en la sentencia de ilegalización de Sortu. En cualquier caso, aunque es probable que esa fractura en el Supremo pueda repetirse, lo que resultaría muy sorprendente es que con mayores indicios aún que en el caso de Sortu el Tribunal dictara a favor de Bildu, porque eso pondría de manifiesto que los togados han abandonado la vía de la necesaria firmeza del Estado de Derecho frente al terrorismo y que han caído en la de la mano tendida para ver si así ETA deja definitivamente las armas sin que eso suponga su derrota.
Lo cierto es que ya no parece que haya razones para que el Gobierno y el PP mantengan abierta la vía del enfrentamiento por este asunto. Claro que la izquierda seguirá buscando argumentos para poder zarandear el espantajo de ¡qué viene la derecha!, pero ya no podrá ser éste dado que el PP parece bastante satisfecho con una solución que era la que la Dirección Nacional de este partido estaba reclamando. La colaboración entre ambos en materia antiterrorista, por lo tanto, sigue en pie y, sobre todo, sigue en pie el pacto que permite hoy un Gobierno no nacionalista en el País Vasco. ¿Y ahora qué? Pues ahora toca seguir hablando de lo que de verdad preocupa a los ciudadanos de este país.
Casi cinco millones de parados.
Este viernes se ha sabido los datos del paro de la EPA, del primer trimestre, que ronda algo más del 21% de paro, es decir, alrededor de los cinco millones de desempleados, si no es exactamente esa cifra, cifra que la vicepresidente del Gobierno, Elena Salgado, dijo que nunca se produciría. Pues bien, ahí está o tan cerca que es como si la tocáramos. La realidad es que nuestra situación económica, aún no pudiendo calificarse técnicamente de recesión, sigue siendo la de una profunda crisis de la que nos va a costar mucho salir, y el Gobierno, lejos de ponerse las pilas para buscar soluciones se ha dedicado todo este tiempo a airear asuntos con los que tapar esta realidad e intentar distraer a la ciudadanía.
Pero esta realidad es la que de verdad preocupa a los ciudadanos, es la que tiene a la gente agobiada y, sobre todo, es la que le está pasando al Gobierno una factura cuyo valor conoceremos el 22 de mayo. Lo que sabemos por lo que dicen las encuestas es que ni el anuncio de Rodríguez de que no va a presentarse, ni la insistencia del PSOE en el ‘caso Gürtel’ contra el PP, ni la violencia con la que se ataca a la derecha calificándola de extrema, han conseguido romper la tendencia de hundimiento de las expectativas electorales socialistas. Luego serán las urnas las que hablen y haremos los análisis oportunos, pero los sondeos siguen anunciando una debacle, una debacle lógica para un Gobierno y un partido que no solo no han sabido gestionar la crisis económica sino que han contribuido notablemente a agravarla con medidas muy inoportunas, y que además en el último momento no ha tenido más remedio que recurrir al recorte de derechos sociales para poder controlar el abultado déficit público que todavía amenaza -no se fíen de los últimos datos- con desbocarse debido a que la actividad no repunta y la economía no crece lo que el Gobierno tenía previsto. Este es el debate de cara a las elecciones, le guste o no al Gobierno, porque es el debate de lo que le preocupa a la gente. Y ¿de qué deben hablar los políticos, si no es de lo que le preocupa a los ciudadanos? Bildu-ETA ha sido un entretenimiento, ahora toca volver a poner el dedo en la llaga de la crisis.
P.D.T. El cáncer de España se llama PARO, con el consiguiente sufrimiento de familias enteras, con desahucios incluídos, hambruna, lágrimas de sangre, etc. Por vergüenza solamente, nuestros políticos deberían de partirse los cuernos en superar la situación. Ya habrá tiempo de “otras memeces”. Y Rodríguez si te queda dignidad, ya que nadie confía ya en ti, vete a tu puñetera casa. Qué tú hambre… no vas a pasar.
Charly.
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