El fracaso de los viejos y de los nuevos.
La ciudadanía de este país no se merece estos juegos tácticos, esta forma de hacer política más propia de un “reality show”, este uso y abuso de la sede parlamentaria para escenificar espectáculos cuya única finalidad es tocar poder.
Los votantes, que concedieron los escaños a quienes ahora juegan a hacer política, sufren las mayores tasas de paro de un país no rescatado de la Unión Europea. Han visto cómo en la pasada legislatura el gasto social se recortó un trece por ciento. O sea que las administraciones han dejado de gastar once mil millones en dependencia, mayores o violencia de género; los que más lo necesitan.
Lo que se vende, además, como una política de trasparencia, de contar incluso lo hablado con el Rey, no es más que un engaño, un tomar a los españoles por menores de edad. Rajoy aseguró por la mañana que se veía con fuerzas para optar a la investidura y que en ella iba a exponer las ofertas que nadie conoce. Esa misma tarde le dijo al Felipe VI que declinaba. No fue un pronto ni un ataque de pánico sobrevenido. Esta estrategia de dejar que se estrellen el PSOE y Podemos estaba preparada desde semanas atrás y algunos dirigentes del PP, indiscretos, dejaban caer que, a lo mejor, Rajoy no era el primero.
Los que confían en que esto sea una retirada para dejar paso a otro de sus filas se equivocan. Solo espera su momento, ese que llegará cuando ya no quede ningún candidato con posibilidades de gobernar este país y, obligados por Europa, la fragilidad económica y la necesidad de una reforma constitucional, le permitan seguir en la Moncloa.
Pedro Sánchez ha vuelto a la casilla de salida. Entre el PP y Podemos le han hecho una encerrona que le vuelve a colocar como árbitro de una situación endemoniada. Por un lado sabe que su posibilidad de gobernar el país y su partido es ahora a nunca. Pero el día treinta hay un comité federal del PSOE que le puede cortar las alas de un pacto con Podemos que ni quiere el aparato del partido ni quiere Pablo Iglesias, por mucho que finja lo contrario.
Por su parte, ¿los dirigentes de Podemos, creen de verdad que la gente que les ha votado, y a los que ahora ni consultan sus decisiones de política espectáculo, les van a seguir apoyando? Porque conviene recordar que fueron aupados al poder por los movimientos ciudadanos, hartos de corrupción, miseria y desahucios. Que se configuraron en círculos para participar de la cosa pública y ahora son absolutamente irrelevantes.
Y, mientras tanto, los nacionalistas, cada uno a lo suyo, vendiendo caro su apoyo a quien se lo pida sin mirar las propuestas. Porque de eso se trata, de propuestas, de mejorar la vida de los españoles. De momento solo quieren los cargos, repartiéndose incluso los ministerios.
Así las cosas, sería mejor ir a una repetición de elecciones y con otras caras, a ver si tenemos más suerte.
-Victoria Lafora-