La fragmentación de la izquierda
Primarias en un PSOE asustado por el recuerdo del PASOK griego y el Partido Socialista Italiano. Podemos (cambiemos la casta por la nomenklatura, como si no fueran lo mismo) acecha en el horizonte mientras que Izquierda Unida, desde que se fue Anguita nada es como era, comienza a recoger lo que lleva lustros sembrando con propuestas populistas y antiespañolas. El reaccionario nacionalismo hace tiempo que ha causado estragos en IU, pero también en la formación que fundara Pablo Iglesias, que no es el de la coleta, pero también entre unos comunistas poco ilustrados empeñados en volver a levantar muros, que al personal le suena a cosa del pasado y a coartada del agotado Estado de Partidos de 1978.
Mientras los españoles se asfixian entre el paro y los impuestos del socialdemócrata Montoro, cuando el gobierno parece decidido a desterrar del horizonte cualquier atisbo de política liberal, el centro izquierda no presenta alternativa seria ni ideas modernas e innovadoras. De ahí que, pese a la movilización casi total de sus votantes, la izquierda esté fragmentada. El PSOE, que aglutinaba en los años 80 a los sectores progresistas, no comprende los cambios que se han producido en la sociedad española en las últimas décadas. Cambios que son, precisamente, consecuencia de sus políticas. A estas alturas, el PSOE apenas es capaz de aglutinar a sus radicalizadas bases, tan alejadas de esa España trabajadora, de clase media, que quiere vivir sin sobresaltos y guerracivilismo. Están recogiendo los frutos de su LOGSE y el nihilismo implantado en una sociedad infantilizada.
Hace tiempo que Mariano Rajoy, de la mano de Pedro Arriola, ha ocupado ese espacio. El trasvase de un millón de votos del PSOE al PP en las últimas elecciones generales, un cambio histórico, lo demuestra. Aunque la derecha se esté desangrando ahora precisamente, y debido a una gestión tecnocrática, burocrática, ineficaz y cruel con sus votantes, precisamente por el lado de una clase media que podría empezar a cogerle el gusto al abstencionismo electoral. Empero, mientras no aparezca por el centro-derecha una alternativa liberal, seria y solvente, y de momento no se ha dado el caso, dispuesta a dar la batalla de las ideas, el PP dependerá, desde el punto de vista electoral, sólo de sí mismo. Es su gran ventaja y lo saben.
Madina, algo así como una reedición de ZP, y ya se sabe que la segunda vez la historia se repite como comedia, y Sánchez, mucho más preparado pero que no gusta al búnker del sistema, convencido que Madina garantiza indirectamente la estabilidad por cuanto supone la movilización de las desmotivadas bases del PP, se batirán el cobre este próximo mes de julio entre las bases del PSOE, que no representan a la sociedad española. De lo que salga de ese Congreso dependen los próximos movimientos del gobierno, del PP y quién sabe si no también el futuro del régimen juancarlista, en el que aún nos encontramos.
-Almudena Negro-