DEUDA PÚBLICA, en el punto de mira
Como muy bien sabemos, nos hayamos inmersos en una crisis de proporciones verdaderamente importantes, caracterizada por su persistencia (medio decenio) y su colosal magnitud. Esta crisis económica radica en los más absurdamente graves y tremendamente severos errores cometidos por diversas instituciones en reiteradas ocasiones, los cuales han asolado nuestro país y lo mantienen en una situación de descomposición interna.
Esto ha desembocado en una fuerte demanda de financiación por parte, tanto el sector público (empresas públicas y administración pública), como del sector privado, ambos necesitan recursos financieros, es decir, necesitan ajustar los desfases de tesorería(cobros y pagos) para no incurrir en un default (suspensión de pagos por parte de un individuo, comerciante, empresa o país) y concretamente la administración pública a nivel estatal, para comenzar a crear estabilidad, seguridad y confianza, y ante todo, para no sucumbir ante las presiones implícitas enmarcadas en el contexto de globalización vigente y hacer frente a los desafíos actuales que presentan los mercados financieros a nivel mundial y, por consiguiente, ese riesgo sistémico.
Una posible vía, sería a través de las políticas fiscales, (ya que desde el día 1 de Enero de 1999 no tenemos competencia en términos de política monetaria) es decir, contrayendo o minorando el gasto público, reduciendo así todas aquellas partidas presupuestarias totalmente prescindibles y superfluas, y/o a través de la senda de los ingresos, aumentando como es lógico los ingresos a través de los tributos (impuestos, tasas y contribuciones)
Pero también y una vez agotado el margen que existe en los Presupuestos Generales del Estado, la administración pública tiene potestad al igual que un particular, para acudir a un prestamista (banco en el sentido amplio de la palabra) y solicitar un préstamo, pues bien, precisamente eso es la deuda soberana o deuda pública. Meramente consiste en acudir a aquellos agentes económicos con excedente de tesorería y canalizar esos recursos hacia un determinado ayuntamiento, comunidad autónoma o gobierno central, que demande financiación, a cambio de un tipo de interés concreto y un plazo de tiempo determinado.
La deuda pública(al igual que la deuda privada), es un producto financiero de renta fija y negociable en un mercado secundario, concretamente el Mercado de Deuda Pública, caracterizado principalmente por la naturaleza del emisor, un ente público, y que representa un activo financiero para el acreedor o prestamista y un pasivo financiero para el deudor o prestatario.
En función del plazo de vencimiento, la deuda pública se divide en;
Letras del tesoro (a corto plazo: 3, 6, 12 y 18 meses) emitidas al descuento, es decir, con un valor nominal de 1.000€, hoy pagarías algo menos de esa cantidad para obtener los 1.000€ en un futuro próximo. A la diferencia que existe entre el montante entregado al principio de la operación y el recibido al final de la misma se le conoce como rédito, y no es más que el interés resultante de dicha operación. Este producto se materializa en meras anotaciones en cuenta.
Empréstitos, cuyo importe total se encuentra dividido en un gran número de partes de la misma cuantía (partes alícuotas), tal que, si el estado necesita 1.000.000 €, en lugar de pedirle a alguien la totalidad del dinero le pide a 1.000 personas un préstamo de 1.000€ cada uno.
Este producto, recibe el nombre genérico de bonos, emitidos a 2, 3 y 5 años(medio plazo) y obligaciones, las cuales son a bastante más largo plazo, 10, 15 y 30 años. Los empréstitos, se instrumentan en títulos tanto nominativos como al portador.
Estos productos son muy populares en la actualidad por la alta rentabilidad que presentan ultimamente en nuestro país (aunque esto, evidentemente, no siempre ha sido así, ofreciendo incluso intereses negativos la mayoría de las veces), a pesar de estar catalogados como uno de los activos financieros más seguros, lo cual atrae a inversores con determinada aversión al riesgo, esto se empieza a cuestionar, especialmente en nuestro país, donde nos es practicamente imposible monetizar deuda(imprimir billetes para pagar la deuda) y es un producto que no está cubierto por el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) como las imposiciones a plazo fijo, empero, son una buena alternativa para aquellos que busquen un rentabilidad atractiva en la renta fija, o simplemente una opción más para diversificar, dentro de una buena cartera de inversión.
-José Cristian Callejón Villalobos-
-Estudiante de 3º de Finanzas y Contabilidad-
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