La España de riesgo y la prima real
La vicepresidenta del Gobierno es persona preparada, responsable y cabal, pero cuando se pone a tranquilizar a la población española el resultado suele ser exactamente el contrario. No es que desentone con el resto de ministros del gabinete, que a la hora de idear frases geniales se están revelando como unos duros competidores, pero siendo la segunda de a bordo valdría la pena que revisara a la baja los contratos de asesoría de imagen, porque alguien en ese negociado no está haciendo bien su trabajo.
La distinción entre los indicadores económicos y la vida real, como si no hubiera la menor implicación entre ambos, es típico del pensamiento mágico adolescente que bulle en las alborotadas cabecitas de los “pensadores” del 15-M. Para ellos, como al parecer para la vicepresidenta, hay un nivel hiperbóreo en el que se mueven los conceptos financieros, que no tiene por qué influir en el desempeño diario de los ciudadanos. Establecer esta separación absurda es como intentar negar los efectos de la gravedad, una ley que además ni siquiera ha sido votada democráticamente. Las dos cosas pueden ser injustas, pero lo importante es que “son”, así que o las integramos en nuestros esquemas existenciales o nos pegamos el leñazo del siglo –camino de eso vamos–. La Economía y el Universo son así de arbitrarios y el ser humano nada puede hacer sino adaptarse a la realidad por mucho que le fastidie.
Por otra parte, la prima de riesgo tiene implicaciones en esa España real a que se refiere la vicepresidenta perfectamente identificables por los ciudadanos. Tanto es así que sus efectos en “la vida real” de los españoles han sido diagnosticados por el propio Gobierno como primer paso para ponerles remedio. Si se recorta el gasto público en asuntos troncales, se reduce el sueldo de los funcionarios, se sube el IRPF, se instaura el copago sanitario y se amenaza con incrementar el IVA es precisamente para que la prima de riesgo no se dispare, o eso es lo que el propio Gobierno del que forma parte doña Soraya nos ha venido diciendo desde que tomó posesión.
Un país que no puede financiar su disparatado gasto público con los ingresos del fisco tiene que pedir dinero al exterior y la prima de riesgo simplemente fija el precio de esa financiación que tendremos que pagar los administrados. Si el Gobierno se olvida de la prima y sigue haciendo el primo todos estaremos cada vez en mayor riesgo. Así de sencillo.
-Pablo Molina-