Javier Arenas, presidente el 25-M
Los que vienen son días de cambio. Nos llega el fluctuar de escaños provenientes de distintas encuestas y, aunque los treinta años de socialismo en Andalucía parecían haber generado una red de redes, esta tierra respira hoy un aire distinto. Pocos parecen dudar de que el 25 de marzo las urnas hablarán del presidente Arenas, y de que las medidas que el candidato popular ha puesto sobre la mesa contribuirán a la regeneración democrática, a la transparencia institucional, a la gestión eficiente de los fondos públicos, al adelgazamiento de la Administración, a la desaparición de empresas de cometido desconocido y a la instauración de la mesura y la verdad en la gestión de la Junta de Andalucía.
Avalan a Javier Arenas su experiencia política y de gobierno. Su gestión en aquellos tiempos, también complicados para nuestra economía, en que José María Aznar le nombró Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, sentó las bases de derechos que hoy no debieran ser cuestionables. Arenas llegó a un acuerdo sobre pensiones con los sindicatos, por el que el Gobierno se comprometió a mantener o aumentar el sistema de protección social en relación al PIB que, como desarrollo del Pacto de Toledo, fue firmado por el presidente Aznar y los líderes sindicales en octubre de 1996.
La situación de desempleo que viven los andaluces es lo que más preocupa a Javier Arenas. Como Ministro consiguió en 1998 una reducción de la cifra del paro de 289.967 personas, tras la firma de un acuerdo entre patronal y sindicatos sobre la reforma del mercado de trabajo. Este dato contrasta con el incremento en las cifras del paro en Andalucía, que ha superado ya el 31 por ciento de la población activa.
Arenas afirma taxativo que limitará las subvenciones a los partidos políticos y a las organizaciones sindicales y empresariales, que reducirá a la mitad el número de altos cargos de la Junta de Andalucía y que el Gobierno del cambio no mirará el carnet, sino la excelencia al servicio de los andaluces.
Entre las primeras medidas que ha anunciado ejecutará si es elegido presidente de la Junta de Andalucía está la realización de auditorías y reformas en la gestión y ejecución de las políticas activas de empleo, puestas en entredicho tras los escándalos que afectan a todo un sistema de gestión que parece haberse estandarizado en la institución autonómica, y la limitación de las encomiendas de gestión y encargos de ejecución al sector público empresarial para impedir el abuso actual.
Es de justicia reconocer las capacidades del candidato popular a quién, si cuantos afirman apostar por el cambio en la gestión de la institución andaluza, le hacen depositario de su confianza, todo parece indicar podremos llamar Presidente el 25M.
Javier Arenas es un político moderado y comprometido, y un trabajador infatigable. Me atrevo a decir que se ha dejado ver por más ciudadanos que ningún otro político, y que no necesita un cartel electoral de conversación en el café, porque los andaluces lo han visto caminar por las calles de sus municipios, recoger propuestas en cualquier acera, en cualquier plaza, parado en un semáforo o en una reunión de vecinos, visitar a agricultores, invernaderos, cooperativas agrícolas, preocupado por los problemas de nuestro sector turístico, del pesquero o de la industria extractora de piedra natural, atendiendo las demandas de jóvenes, mujeres, mayores, enfermos y discapacitados.
El candidato popular a la presidencia de la Junta de Andalucía nunca habla de problemas sin aportar soluciones. Le hemos visto y escuchado trasladar sus propuestas a cada materia en las que divide las áreas de gestión que tendrá su futuro gobierno. Tiene trazado un programa ambicioso pero realista, valorado, contrastado y alimentado por las sugerencias recogidas en las incontables reuniones sectoriales a lo largo de estos años de estudio y búsqueda de soluciones. No hay lugar para el descanso ni el decaimiento, mucho menos para la improvisación, para un hombre que se ha forjado en el mérito de liderar el camino hacia el cambio que se deja sentir en la comunidad andaluza.
-Rebeca Gómez-