Por tanto, gracias
Siempre he creído que en política, la verdadera recompensa está en el esfuerzo invertido antes que en el resultado logrado. Por eso no quiero procesar los resultados electorales del Partido Popular en la capital así como en la inmensa mayoría de ayuntamientos de la provincia de Almería como una abrumadora demostración de superioridad, sino como una contundente demostración de que el trabajo bien hecho tiene su recompensa. Y me siento especialmente satisfecho de poder decir que allá donde ha gobernado el Partido Popular en estos últimos cuatro años se ha hecho en líneas generales un buen trabajo que ha sido respaldado en las urnas por los almerienses de un modo incontestable. Mi agradecimiento, por tanto, se dirige a todos cuantos han creído y apoyado en nuestro proyecto. También a quienes, desde sus respectivas responsabilidades, puestos o cargos, han aportado su esfuerzo a esta corriente de ilusión y confianza.
Pero no es tiempo de celebración, sino de trabajo. Tenemos que seguir haciendo cosas por Almería en todos los barrios. Ahora es el momento de configurar los equipos, ajustar los organigramas y mantener firme el rumbo de la nave. En estos últimos años hemos convertido al Ayuntamiento de Almería en una herramienta cada vez más eficaz de gestión y servicio y hemos cambiado el modelo de ciudad apostando por equilibrar las actuaciones y desarrollar políticas que contribuyan a que Almería sea una ciudad que cada día nos gusta más a todos. Durante toda la campaña, los socialistas insistieron en negar esa evidencia. Y así les ha ido. Negar la realidad de la mejora de Almería gracias a la gestión municipal del Partido Popular resulta tan poco defendible como hacer recaer ahora en la crisis las razones de su mal resultado electoral. Si la crisis tuviera la culpa, también habría afectado a los ayuntamientos y gobiernos del Partido Popular, pero los ciudadanos han reelegido a todos los presidentes autonómicos del PP y a la mayoría de los alcaldes populares. Del mismo modo, si aplicamos en su integridad el argumento del PSOE, deberíamos pensar que la crisis no ha debido existir en los municipios en donde sí han alcanzado una mayoría.
No parece razonable que el segundo partido político de España parezca empeñado en sumirse en una especie de realidad paralela en donde todo se puede modificar en función de los caprichos, necesidades o intereses de las cúpulas de cada provincia. Del mismo modo, resulta revelador que, al mismo tiempo que el señor Zapatero se niega a convocar elecciones para que los españoles se pronuncien sobre el estado actual de su país, haya maniobrado para evitar que los militantes socialistas se pronuncien libremente sobre el futuro de su propio partido. ¿No era el señor Zapatero el hombre que escuchaba a todos? El hartazgo y la decepción que genera el PSOE de Zapatero sólo anuncia ya el inevitable fin de ciclo socialista en Andalucía y en España. Esperemos que los socialistas sean capaces de procesar su natural declive y el rechazo mayoritario a su pésima gestión con serenidad, altura de miras y responsabilidad. Del modo en que procesen su fracaso dependerá su futuro.
Luis Rogelio Rodríguez Comendador
Alcalde de Almería