EL MUNDO.- Una veintena de saharauis en prisión tras un año del campamento de El Aaiún
Dignidad. Así se conoció también al campamento saharaui de ‘Gdeim Izik’ porque “dignidad” era lo que reclamaban sus ocupantes. Empleo, educación, el respeto de los derechos humanos en el Sahara Occidental o el acceso a un reparto justo de sus riquezas naturales entre la población.
Esas fueron las reivindicaciones por las que hace hoy un año un pequeño grupo de saharauis se exilió a las afueras de El Aaiún, capital administrativa del Sahara Occidental, con sus jaimas para iniciar una protesta; la que algunos han calificado como la pionera de la primavera árabe.
Tras el desmantelamiento del campamento de protesta por parte de Marruecos y los posteriores enfrentamientos que estallaron en El Aaiún, fueron detenidos casi dos centenares de saharauis, según informaciones de las asociaciones de activistas. De ellos, un grupo de 23 –algunos de ellos del comité negociador de ‘Gdeim Izik’- sigue todavía encarcelado en la prisión de Salé, a pocos kilómetros de Rabat, a la espera de juicio militar.
El Colectivo de Defensores Saharauis de Derechos Humanos (Codesa) –que preside la activista Aminatu Haidar- ha criticado en varias ocasiones la situación en la que están los reclusos, “víctimas de malos tratos por parte de la dirección del penal”. Según Codesa, son “presos políticos” y reclaman que tengan acceso a un “juicio justo”.
Un ‘mini estado saharaui
Las primeras jaimas se instalaron en ‘Gdeim Izik’ el pasado 10 de octubre. Un mes después, este exilio voluntario llegó a reunir a más de 20.000 saharauis en unas 7.000 jaimas. Saharauis principalmente de El Aaiún, pero también de otras ciudades del Sahara Occidental e incluso de algunos puntos de España. A poco más de una decena de kilómetros de la capital de la ex colonia española se creó un “mini estado saharaui”, como lo definieron entonces algunos de sus ocupantes, que fue cercado por las fuerzas policiales y militares marroquíes. En el acantonamiento, los saharauis organizaron su propia seguridad, montaron su enfermería, habilitaron el servicio de recogida de basuras o el de reparto de víveres para sus habitantes.
Las rondas de contactos entre las autoridades marroquíes y el comité negociador de ‘Gdeim Izik’ no sirvieron para alcanzar una solución al conflicto, y desembocaron en el desmantelamiento a la fuerza del campamento por parte de Marruecos el 8 de noviembre, con un saldo de 13 muertos. Entre ellos, 11 miembros de los cuerpos de seguridad del Estado, según las autoridades marroquíes.
Por su parte, asociaciones como el Colectivo de Defensa de Presos Saharauis, cuenta al menos 3 muertos entre las filas saharauis. El primero, Nayem Elgarhi, un chico de 15 años “fallecido cuando trataba de acceder al acantonamiento por las balas de un agente de las fuerzas del orden”. La versión de las autoridades marroquíes fue que Elgarhi y el grupo que viajaba con él en coche hacia ‘Gdeim Izik’ no respetó los controles de identificación y abrió fuego contra los policías, que tuvieron que defenderse.
La segunda de las víctimas, según activistas saharauis, fue Babi El Gargar, “atropellado por un coche de la policía marroquí” (según fuentes oficiales, se debió a un accidente); y la tercera, “Brahim Daudi, que murió en el Hospital de El Aaiún tras ser torturado por la policía”. Mientras que fuentes oficiales aseguraron que Daudi sucumbió a las heridas que sufrió en la operación de desmantelamiento.
Las informaciones de los heridos, las víctimas mortales y los detenidos de ‘Gdeim Izik’, sin embargo, se convirtieron esos días en una fuente de confusión al cerrar Marruecos El Aaiún a cal y canto sin dejar acceder a la ciudad a la prensa internacional, lo que generó un aluvión de datos basados muchos de ellos en rumores que difundieron asociaciones pro saharauis y que llegaron a hablar de “genocidio”.
Presencia militar
Según activistas saharauis, donde se levantaba el campamento ahora lo hace un puesto militar. “Están allí desde que lo desmantelaron”. En los últimos días, según los mismos informadores, se ha reforzado la presencia policial en la ciudad y en sus accesos, “probablemente para evitar que nadie salga a protestar en estas fechas”.
A pesar de que las reclamas eran sociales, algunos de los habitantes del campamento no escondían su apego por la causa saharaui y el independentismo. ‘Gdeim Iizik’ enfrentó de nuevo a Marruecos y el Frente Polisario, que siguen sin acercar tampoco posturas en las negociaciones que transcurren en el marco de Naciones Unidas. Mientras Marruecos propone un Plan de autonomía para la zona, el Polisario reclama el derecho a la autodeterminación.
Mientras, el conflicto se hace viejo año tras año; en 2011 se ha cumplido ya una década desde que se firmara el alto el fuego, y el año que viene se cumplirá otra desde que el Polisario y Marruecos se sentaran a negociar por primera vez, en Lisboa, con Driss Basri como ministro marroquí del Interior a las órdenes del monarca Hassan II.
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