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Los “señoritos” de izquierdas…
Después 30 años continuados de socialismo en Andalucía, al menos nos ha servido para diferenciar entre el señorito de derechas y el señorito socialista. El primero, recluido en un pasado que se le acaba inexorablemente porque el campo ya no da más de sí y vive exclusivamente de la subvención, se refugia en los oropeles de las falsas apariencias. Le encanta presumir de lo que no tiene porque su familia lo dilapidó, pero sólo el recuerdo de lo que fue, le refresca la memoria perdida en aquellos años donde para trabajar era imprescindible acudir a su hacienda. Entonces era él el que administraba el tú sí, tú no, sin más criterio que la lealtad o el vasallaje. Ahora las cosas han cambiado. Hasta tal punto que al señorito de izquierdas ya no se le pide «colócanos a tos», como en los tiempos de Felipe, el camarada Isidoro que tanto hizo en la clandestinidad por el bien de nuestra querida España, sino que incluso nos prejubile. Siempre puede haber un ERE camuflado para esa criaturita que va a perder el empleo y es de los nuestros, o sea, del partido o del sindicato que todo lo puede. Porque si algo tienen en común ambos personajillos que han hecho todo lo posible para que esta Andalucía permanezca estancada por los siglos de los siglos, es el sentido innato de la propiedad. El de derechas por la fuerza de la historia, el socialista por la de las urnas. Legislatura tras legislatura, con mayoría absoluta o en coalición con los comunistas, debieron pensar que estaban investidos de un poder vitalicio casi igual de divino que el que otorgan las herencias de sangre. Aquí no se movía nada sin que el partido que administraba la Junta, que a la vez fue una creación partiendo de cero desde el propio partido, lo supiera. Ellos eran los que iban a convertir el sur en un Silicon Valley con tecnología ultrapunta, los que nos darían un palo de golf a cada andaluz para reírnos de los ricos, una casita en el campo y otra en la playa, una habitación individual en el hospital público, la educación bilingüe y un ascensor en aquellos edificios que no lo tuvieran para que los abuelos pudieran vivir con todas las comodidades, entre otras muchas dádivas y mercedes.
Pero vino la crisis, no la económica que esa ya estaba descontada, sino la moral. Los ideales se convirtieron en lodazales en los que pelear el presente y el futuro de tu incompetencia. El enemigo, de tanto poder acumulado, no estaba en la oposición, sino en el propio partido. Alguien más listo que tú que te descabalgara de la poltrona, el coche oficial y la firma autorizada. Ahí empezó el declive. Lo más prudentes desaparecieron. Los honrados salieron espantados y quedó el coque actual, igual de mal señorito que lo que habían combatido: sectario y sin escrúpulos.
La falta de dinero ha sido el puntillazo. Porque no hay peor desconsideración que comer delante de los pobres. Cuando somos la primera comunidad en paro y la última en educación, sacar a la luz que ellos han dado los ERE a su criterio, 600 millones de euros, sin más consideración que el clientelismo, es como para echarse a temblar por lo que habrá detrás. ¿Hasta cuándo tiene que esperar la Justicia para actuar?
P.D.T.: Por robar un jamón te pueden meter 3 años en prisión… Pero por robar millones de euros, te pueden hasta poner una sede electoral.
Charly.
Escrito por direccion en 15 mar 2011. Archivado bajo Desde mi salón....Puedes seguir las respuestas de esta entrada por el RSS 2.0. Puedes dejar una respuesta o un trackback a esta entrada
