TOROS.- Quinto festejo de Abono
Con tres cuartos de entrada, la mejor hasta el momento, dio comienzo la quinta de abono y como se dice en el argot taurino, no hay quinto malo.
Efectivamente, la feria remonto vuelo con los toros de El Pilar, aunque hubo de todo como en botica, fue una corrida bien presentada, e incluso algún toro podría haberse lidiado en plaza de primera.
Morante de la Puebla fue la cara y la cruz de la tarde, en el primero de su lote dio salida al mejor Morante, al indiscutible que convence y nos hace a todos morantistas.
Recibe al toro por verónicas, con esa facilidad que tiene para subir un poquito la mano de salida, controlando la embestida del toro, gano terreno, paso a paso, pase a pase, sin prisas y dándole importancia al toro, llevándolo hasta los medios, donde a pies juntos, remata, volando la capa horizontalmente sobre su cintura.
Brindis al público. Empezando la faena de muleta donde se junta la barrera del dos con el tres, pies juntos, dos pases por alto para de seguida bajarle la mano, y empezar a torear, con la izquierda y con la derecha, con un repertorio amplísimo de pases rematados a voluntad con esos recortes que solo, los muy artistas saben imponer sin quebrar al toro.
Dibujó círculos en la arena en cada serie, como me decía un viejo aficionado en Sevilla, “cuando Curro Romero estaba bien, dibujaba círculos mágicos con el toro en la arena.”
Pues, yo e visto los círculos en la arena con Morante en la plaza de Almería.
Mato de entera, algo desprendida y con una oreja soluciono la presidencia.
Que falta de sensibilidad y que desprecio para el arte.
¡Dos orejas y vuelta al ruedo para el toro hubiera sido la decisión justa!
Pero cuando Morante torera, o te da cal o te da arena, y arena dio en el segundo de su lote que despacho de prisa y corriendo, cuando intuyo que no le valía o que se le hacia tarde para viajar a Bilbao, pues antes de que se cerrara la puerta de arrastre ya estaba el torero con su cuadrilla despidiéndose entre pitos y palmas, ligero hacia tierras Vascas.
Sebastian Castella con su estilo particular, toreo de largo, pies juntos, pases por la espalda, etc. Cuajo sendas faenas que aunque rozaron la vulgaridad, fueron suficientes para conseguir una oreja en su primero, y una inexplicable oreja en su segundo, que sin ningún tipo de mayoría concedió la presidencia, proporcionándole una inmerecida salida por la puerta grande.
Vamos de locos, Morante por la de arrastre y Castella por la de la avenida Vilches.
Miguel Ángel Perera , anduvo perdido, el toro iba y venia dejando frío al publico que distinto el torero de hace dos años, que levantaba los tendidos en cada serie y prometía batirse con los mejores toreros del escalafón, ha perdido el sitio y la ambición, a lo mejor debería de cambiar de apoderado, ya se sabe aires nuevos vida nueva.
Buena corrida de toros, desaprovechada por Castella y Perera, pero solo lo de Morante ya mereció la pena.
Crónica de Enrique Fernández
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